sábado, septiembre 09, 2006

 

El regreso de los muertos vivientes: la caja de Pandora

Uno de los grandes referentes del género es, sin ninguna discusión, La noche de los muertos vivientes (Geoge A. Romero, 1968), película de constante aparición en este blog. Los muertos vivientes de Romero no fueron sólo una de las más brillantes obras del género, sino también, un éxito en taquilla. Y cuando una película de terror tiene éxito, es inmediato pensar en su continuación. Y eso es lo que hicieron los propietarios de tan lucrosa franquicia, el propio Romero y John A. Russo. Puesto que cada uno tenía su propia concepción de la serie (aunque que la tuviera Russo es altamente discutible), los derechos respecto a los “living dead” quedó en manos de Russo. De esta manera, la serie se dividió, en dos franquicias igualmente válidas y coherentes. Las películas de Romero pasaron a tener la coletilla “dead”: Dawn of the dead (1978), Day of the dead (1985), Land of the dead (2005), y la, esperemos, futura Diary of the dead (2008). Pero por otra parte, e igualmente vinculada al mismo núcleo embrionario, surge Return of the living dead (Dan O’Bannon). Más concretamente, el origen de la película es una novela de John A. Russo, quien quería dar un carácter más literario a la serie. Finalmente O’Bannon (uno de los grandes genios de la industria americana, guionista de Alien, el octavo pasajero) se encargó de llevar la novela a la pantalla, dando lugar a una entrañable y divertida visión de los zombies. La película mantiene concienzudamente la línea argumental de La noche de los muertos vivientes, aprovechando de esta forma el hecho de ser una continuación en toda regla. Pero todo parecido se acaba ahí. El delirio y la carcajada sustituyen al hermetismo y frialdad de la obra de Romero. El zombie en sí no es ya materia de miedo y sufrimiento, sino de pura hilaridad. Aunque, eso sí, O’Bannon sabe medir perfectamente esta distancia con el espectador, sin llegar en ningún momento a la parodia. El zombie, como decíamos, empieza a ser material para poder realizar una comedia negra en toda regla. ¡Y qué comedia! La desenfadada visión de los ochenta (con la impagable presencia de Linnea Quigley) contrasta enormemente con la visión que el propio Romero tuvo de su obra a finales de los setenta en la perturbadora Dawn of the dead. Dos películas que se oponen y que enfrentan sus visiones. En una extraña cabriola, una historia tiene dos hilos distintos, como si de dos mundos paralelos se tratasen. No se trata ya tanto de enfrentar la visión de Romero con la de Russo (recordemos que Russo gestó la infame versión del 30 aniversario de La noche de los muertos vivientes), sino de enfrentar una visión ordenada de lo que supone la figura del zombie, contra la anarquía absoluta que representa la franquicia “living dead”. En ese sentido podemos ver en las películas de Romero una cierta visión de autor (con temas que aluden al zombie, la sociedad de consumo, el individuo frente a esa sociedad o el control), y en cambio, la serie “living dead”, destinada a no durar más de una película, estira hasta la saciedad y el despropósito una idea brillante. Return of the living dead es una película de por sí autoconclusiva y de hecho, generar segundas y terceras partes de una saga llamada “return” ya nos da una pista de lo parcheado del asunto. El regreso de los muertos vivientes no es sólo una brillante película de un director en plena forma, sino también una auténtica caja de Pandora. Una saga que sin ningún criterio (salvo tramas paramilitares) va dando tumbos como un pollo sin cabeza. Una saga que demuestra que los rumbos de las películas no vienen marcado únicamente por un plan previo (no creo que Romero tuviera en mente hacer cinco películas sobre lo mismo), sino por una concepción fuerte y clara de la película original. Y en este sentido, La noche de los muertos vivientes deriva necesariamente en la visión de Romero. El giro buscado en “return” no es más que un peligroso quiebro del camino natural de una película. Un híbrido que supone pan para hoy y hambre para mañana, pues hipoteca claramente la concepción misma de la franquicia. Una franquicia de este nivel habría sido un clásico absoluto en caso de haber sido una película original, y no heredera de la película de Romero. Aunque en un principio no lo parezca, la filosofía de la serie se enturbia y acaba devorando a los que tratan de escapar de su tiranía. Veamos sino, las distintas continuaciones de la serie: la segunda parte buscaba destacar descaradamente el humor, convirtiéndose al final en una película lamentable; la tercera parte, a manos del prestigioso Brian Yuzna se convierte en una propuesta seria, romántica y con muy poco humor (o ninguno); y finalmente las recientes cuarta y quinta parte son grises películas sin ningún criterio claro. En el fondo, lo que podemos ver es que la serie sufría un virus desde el principio, un virus que se ha ido propagando y ha acabado con la muerte de una de las franquicias más prometedoras a mediados de los ochenta. Precisamente, ahora le ha pasado lo que la propia película promete, la franquicia ha intentado recuperarse con la cuarta y quinta parte, pero lo que únicamente ha pasado que es que las películas muertas se han levantado de sus tumbas. La serie estaba muerta desde un inicio. O’Bannon no sabía que lo que dirigía realmente era Return of the dead film. Puede que así, la serie se hubiera podido salvar. Descanse en paz.




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