lunes, abril 10, 2006

 

Maratón IV: 24 hour friki people (II)


La noche se presentaba larga y tediosa y los ánimos iban descendiendo poco a poco. Las ganas de conseguir el reto era la mayor motivación que teníamos en ese momento. Superman IV era un nuevo obstáculo y eso era en lo que en ese momento se había convertido la maratón: una carrera de obstáculos. Las nuevas aventuras de Clark Kent venían a nuestra mente no sólo como la peor de la saga (algo no muy difícil debido al altísimo nivel que tienen), sino como un producto más de serie B. En efecto, la sucesión de efectos tremendamente cutres, segundos planos asquerosamente obvios y el descarado intento de hacer pasar el metro de Londres como si fuera el de Metrópolis (más cercano a Nueva York), marcan una película zafia y grosera. Pero por increíble que parezca, todo esto levantó nuestros ánimos, soltando carcajadas imparables ante semejante cantidad de delirios, cuyo epicentro fue el discurso de Superman en las Naciones Unidas. Después de todo la cosa no iba a mal, pese al ambiente de ultratumba que transmitía la película que se acercaba más a un remake de Este muerto está muy vivo que a una película de superhéroes. Tras un largo descanso, nos preparamos para el humor bastardo y chabacano de Jaimito contra todos. No creo equivocarme al decir que todos hemos visto las películas de este personajillo italiano que pululó las pantallas de Tele 5 hace ya algunos años. Pese a la evidente baja calaña de los chistes y lo grosero de sus imágenes, se trataba de un título de disfrute perfecto para la maratón. Su disposición argumental lo acerca más a películas como 21 gramos, donde el tiempo se fragmenta y la continuidad narrativa es completamente indiferente. Dicho de otra manera, no es más que una serie de chistes juntos. El bueno de Jaimito había alegrado nuestros corazones con sus calentones y su falta de respeto a la autoridad escolar. La noche estaba funcionando muy bien y encima se avecinaba Desmadre en la universidad, uno de los títulos en los que más esperanzas teníamos. Pero de nuevo las esperanzas se diluyeron. Pese a tener buenos tópicos de las películas universitarias, la cinta deambulaba por un terreno intermedio, donde perdía todas las virtudes que podía haber llegado a tener. El inicio es realmente prometedor, pero el resto va bajando paulatinamente de interés, en parte por culpa de un protagonista que no sabe llevar el peso del nerd, acercándose más a un tipo vulgar que te llega a resultar del todo indiferente. Jaimito le daba mil vueltas a este tipejín y habría sido mejor un Jaimito en la universidad que este pestiño. Unas cuantas pechugas fueron lo único que nos mantuvo despierto. Y al olor de las pechugas vino el plumífero más conocido de la Marvel. Pese a que la trama de Howard es de las más farragosas y estúpidas de la historia del cine, la película no se hizo excesivamente larga, más por motivos de puro desinterés visual que por méritos de la propia película. Eran ya las siete de la mañana y nuestros ojos pedían una cortina de oscuridad que nos separase de tanta cantidad de imagen en calidad VHS. Por suerte la siguiente película era Las vacaciones europeas de una chiflada familia americana, cuya calidad en su humor y la increíblemente brillante actuación de Chevy Chase hicieron que las 9 de la mañana llegaran casi sin darnos cuenta. La verdad es que es envidiable la fluidez de la narración y del humor de las películas surgidas del grupo salido del "Saturday Night Live", todas muy cercanas a un estilo liderado por el grandísimo John Landis. Quedaban sólo dos películas para completar el reto y todo parecía rodado. Pero una bomba de relojería nos iba a explotar en nuestras propias caras. Critters 4 empezó en el espacio (como la primera) y acabó en el espacio, llevándonos a nosotros por delante. Es difícil explicar lo mala que puede llegar a ser esta película y espero poderlo dejar más claro en un futuro artículo. Conformaros ahora pensando que el 95% de la película son diálogos y los critters aparecen un par de veces. Soporífero, insulso, aburrido, son adjetivos que se agolpan en mi cabeza. Un par de cabezaditas delataron lo aburrido de la película. Pero ya con las primeras luces de la mañana llegaron las diez y media y una única película nos separaba de las ansiadas 24 horas. Y por suerte esa película fue un éxito: Skinned deep. De esta película ya os he hablado en otra ocasión, así que resumiendo, pudimos celebrar las 24 horas viendo una película lenta, pero muy decente, que suplía sus carencias de producción y de ritmo con una imaginación visual inagotable. El reto estaba superado y 16 Coca-Colas y dos cajas del Telepizza se agolpaban frente a nosotros como único resto del naufragio.

Lozzy y yo nos abrazamos, emocionado por haber logrado tan sugerente reto. Las maratones de 24 horas habían superado su primera prueba de fuego y prometían un esperanzador porvenir. A raíz del éxito no sólo repetimos maratón de 24 horas (de la que os hablaré más adelante), sino que nos llevó a plantearnos otros retos como las 36 horas o la más difícil maratón de 48 horas. Pero el reto más sugerente está por hacer y depende de vosotros. Si habéis llegado hasta aquí es que realmente os interesa el tema y os propongo realizar una maratón de 24 horas, haciéndolo oficial. Es un tema que Lozzy y yo hemos hablado a menudo, pues sería interesante organizar una maratón de este tipo en un cine medianamente decente en Barcelona. Todos los que estéis interesados dejadme un comentario o bien dirigíos a aylmer1978@hotmail.com. Todo propuesta será bienvenida y cuantos más seamos, más posible será realizar un reto de una gran envergadura no sólo para nosotros sino para vosotros también. Mucha mierda para todos.

viernes, abril 07, 2006

 

Maratón IV: 24 hour friki people (I)


Para muchos de los que os habéis animado a seguir el blog recientemente el tema de las maratones os resultará algo completamente nuevo. Las podríamos conocer como las aventuras cinematográficas de aylmer y su amigo Lozzy McLozz. En este sentido os invito a leer los artículos de las tres anteriores maratones, donde se relata la gesta de estos frikentecimientos dignos del mayor de los locos. En este caso paso a relataros la cuarta maratón, la que supuso el auténtico cambio respecto a los otros y el inicio de una cierta profesionalización del concepto. La maratón había quedado herida casi de muerte con su tercera celebración, la cual supuso un fiasco a casi todos los niveles. Dicho fracaso no podía repetirse bajo ningún concepto. El concepto de la maratón había perdido imagen. Era necesario un nuevo giro e ir más allá de sus propios planteamientos. La solución era lógica: alargar su duración. Las 12 horas alcanzadas nos sabían a poco, era necesario alcanzar las 24 horas. El reto en sí parece complicado, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que las maratones anteriores se habían desarrollado durante la parte más compleja del reto, es decir, la madrugada. Aprovechar toda la mañana y la tarde nos daría margen más que de sobra para poder completar el día entero viendo cine del que tanto nos gusta a todos. Este fue el listado final de películas:

1. La revancha de los novatos 2 (Revenge of the nerds 2: nerds in paradise), 98 min. [12:00 – 13:39]
2. Final Fantasy VII: advent children, 101 min. [13:52 – 15:40]
3. El gran lío (Nothing but trouble), 94 min. [15:44 – 17:14]
4. Las tortugas ninja (Teenage Mutant Ninja Turtles), 93 min. [17:28 – 18:58]
5. Las tortugas ninja II (Teenage Mutant Ninja Turtles II), 88 min. [19:10 – 20:33]
6. Las tortugas ninja III (Teenage Mutant Ninja Turtles III), 96 min. [20:45 – 22:17]
7. El regreso de los tomates asesinos (Return of the killer tomatoes!), 93 min. [22:30 – 00:04]
8. Superman 4, 90 min. [00:14 – 01:40]
9. Jaimito contra todos (Pierino contro tutti), 91 min. [02:01 – 03:32]
10. Desmadre en la universidad (Zapped again!), 88 min. [03:46 – 05:15]
11. Howard… Un nuevo héroe (Howard the duck), 110 min. [05:27 – 07:13]
12. Las vacaciones europeas de una chiflada familia americana (National Lampoon’s European Vacation), 95 min. [07:22 – 08:52]
13. Critters 4, 100 min. [09:01 – 10:29]
14. Skinned deep, 97 min. [10:38 – 12:17]

> Tiempo total: 24 horas y 17 minutos

A la hora de realizar la programación tuvimos claro que íbamos a repetir una saga al estilo de la maratón de Regreso al futuro. En este caso nos decantamos por la delirante y entrañable trilogía de las tortugas ninja, la cual supusimos nos alegraría la tarde. Por otro lado queríamos centrar parte de los títulos en el buenazo de Chevy Chase, cuyas infames películas (alguna buena, hemos de reconocer) nos han hecho pasar grandes noches en nuestras casas. En el resto de títulos la homogeneidad era escasa, lo cual delata la inexperiencia que esta primera maratón de 24 horas llevaba incorporada. Entre título y título planificamos un necesario descanso espiritual, en el que poder desintoxicarnos de la película anterior.

El día de la maratón empezó mal. El plan de Lozzy y mío era comprar cantidades ingentes de comida para ir tirando a lo largo de las 24 horas siguientes. Error. Un error de cálculo hizo que justo ese día fuera festivo. Nuestro gozo en un pozo. La cosa se soluciona comprando varios litros de Coca-Cola (un clásico en cualquier maratón que se precie) y encargando la comida a Telepizza. ¿Originales? No. El reloj marca las 12 del mediodía y el bueno de Lozzy presiona el botón de “Enter” de su reproductor Techwood. Las 24 horas acababan de empezar y nos encontrábamos como niños con zapatos nuevos: ansiosos por descubrir a dónde nos conduciría ese oscuro sendero. La primera película es La revancha de los novatos 2, una secuela bastante pobre de una gran película. El ritmo es lento y falto de esos tópicos que tanta gracia nos hacen. Tenemos ganas de diversión, pero la película nos lo impide y nos deja con la miel en los labios, siempre a medias. El bueno de Jorjales se tragó semejante bodrio sólo por presenciar en exclusiva mi copia de Final Fantasy VII: advent children. Las animaciones y el reconocimiento de un universo tan estimado por nosotros es suficiente para hacernos pasar un buen rato. La mayor parte de nosotros nos seguimos muy bien la trama de la película y nos limitamos a disfrutar de los espectaculares combates, distribuidos correctamente para evitar el sueño más profundo. Un acierto que nos anima a seguir con la experiencia. El gran lío era la siguiente. Dirigida por el inefable Dan Aykroyd, se trata de una insufrible experiencia en la que Chevy Chase hace gala de su absoluta incapacidad de hacer reír. La experiencia es realmente infumable y el ánimo vuelve a bajar. La tarde se presentaba animada con la trilogía de las tortugas ninja y en efecto, las dos primeras partes renovaron levemente nuestro ánimo. Pero más de cuatro horas de pizzas, diálogos gilipollas y ratas bailando rap pueden acabar con las neuronas del más valiente. Por suerte El regreso de los tomates asesinos era algo más narrativa que su primera parte, que aunque aburrida tenía una cierta capacidad de interés que no sabemos bien por qué nos levantó levemente el ánimo. La primera parte de la maratón se había completado con un cierto fiasco en cuanto a los títulos y lo que es peor, se nos presentaba toda la madrugada y parte de la mañana del día siguiente por delante. El éxito de la maratón pendía de un hilo y con Jaimito contra todos, Desmadre en la universidad y Las vacaciones europeas… como mayores garantías. Algún bostezo empezaba a dibujarse en nuestras caras.

(to be continued)

martes, abril 04, 2006

 

Class of 1984: forever young


La figura del adolescente no sólo ha sido vertebradora en un género como del terror, sino que centró gran parte de las tramas de las películas de la década de los ochenta. Decenas (sino cientos) de títulos se nos agolpan en la cabeza, desde Juegos de guerra (John Badham, 1983), Goonies (Richard Donner, 1985) o Risky business (Paul Brickman, 1983); títulos en los que la adolescencia en sí cobra un protagonismo esencial. Este vínculo vendría relacionado esencialmente con el proteccionismo de una década en la que Estados Unidos se mira a sí mismo de una manera indulgente, cariñosa, pero a la vez con un claro mensaje conservador. Es la década de explosión de una serie del carácter moral de La hora de Bill Cosby. El adolescente es el rey del celuloide, a la vez que los mismos adolescentes de los que hablan las propias películas son consumidores de esas películas, produciendo un curioso efecto de retroalimentación. El cine hablaba sobre la gente que iba al cine que a su vez reflejaba esa imagen de la adolescencia americana. Por tanto, los ochenta suponen a todos los niveles culturales esta explosión del impacto comercial y del principio de esta explotación a través del adolescente, como una puerta trasera a la hora de llegar a los hogares y a los auténticos propietarios del poder adquisitivo: los padres. Es esta década donde se empieza a profundizar en este camino cine – adolescente más como este camino de explotación económica. Un camino que no sólo sigue hoy día, sino que va disminuyendo progresivamente la edad de su público objetivo. Pese a la aparente inocencia camp de películas como Los bicivoladores (Brian Trechard-Smith, 1983) siguen a decenas de años luz del producto comercial de hoy día. El mensaje pierde acidez a medida que pasan los años a favor de un trato más dulce con la mercadotecnia. Podemos seguir el rastro que vincula el cine con la adolescencia, empezando ya por los años cincuenta, época en la que la serie B la retrata pero únicamente como objeto para ser aterrorizado y por tratarse de sesiones baratas en las que los jóvenes reían, pasaban miedo o bien se magreaban. El rastro que nos lleva a los ochenta está mucho más cerca, concretamente en la década anterior. Los setenta funcionan como bisagra, en la que se empiezan a dejar atrás las visiones románticas del adolescente de los años cincuenta y sesenta, con películas como American Graffiti (George Lucas, 1973). Es la década en la que está empezando a nacer el adolescente como miembro consciente de su peso en el consumo familiar. Un adolescente que empieza a tomarse libertades y se enfrenta a la autoridad familiar no ya por rebeldía, como en los cincuenta, ni siquiera por combatividad, como en los sesenta, sino por comodidad. El adolescente empieza a enfrentarse al adulto desde las propias instituciones que lo generan como miembro de la sociedad. Es la década en la que se produce el enfrentamiento desde la propia casa, pero no con el resultado de un escape, sino del propio control de la casa. El adolescente levanta barricadas en su propio cuarto y empieza a abandonar las calles. La conquista definitiva se gestará, como hemos comentado en los ochenta, donde el adolescente empezará a hacer de su cuarto un domicilio propio, tomando un puesto esencial, como es la televisión. Class of 1984 (Marc L. Lester, 1982) supone la representación de dicho enfrentamiento. Una de las mejores películas que tratan en clásico tema de enfrentamiento en las aulas (Mentes peligrosas, John N. Smith, 1995; La gran revancha, Sean S. Cunningham, 1985), donde la visión de dicho enfrentamiento es única. El adolescente es visto como un personaje que absorbe cualquier forma de enfrentamiento social (en este caso la ideología nazi) pero no por marginación, como podría esperarse de décadas anteriores, sino por la avaricia de conquistar más espacios sociales. El adolescente de Class of 1984 es un adelantado que ya ha conquistado el espacio familiar. Se trata de un niño mimado al que se le consienten todas las cosas, y que ve en la escuela un nuevo espacio del que espera el mismo trato. El enfrentamiento no es tanto entre la adolescencia y los adultos, sino entre el espacio público y el privado. Pensemos entonces que estamos cerca del conservadurismo de los ochenta y tengamos en cuenta que los espacios socializadores de los adolescentes, de forma clásica, han sido la familia, la escuela y la iglesia. La iglesia está de lado y la familia está siendo absorbida por el adolescente. Class of 1984 es una de estas primeras películas reaccionarias que no sólo pronostican lo que vivimos actualmente, sino que funciona como aviso a la hora de tratar la figura del adolescente. Se les concede el espacio familiar para actuar, pero se les niega el espacio público: la escuela. El Estado se reserva dicho espacio para adoctrinar. Por este motivo, la relación escuela-adolescente en los ochenta es mucho más suave y clásica. Pese a ser un rollo el que acaba triunfando es el inteligente, el nerd que acata la doctrina universitaria y escolar como en La revancha de los novatos (Jeff Kanew, 1984). El alumno se rebela a la autoridad como forma de opresión no como medida reaccionaria, sino para ser controlado por otro individuo en el fondo más proteccionista. El adolescente de Class of 1984 no encuentra su sitio en la sociedad porque precisamente es la escuela la que genera esa sociedad. Esa es la ironía y el aviso: en casa haced lo que queráis, pero en la escuela cuidadito. Es un enfrentamiento completamente negativo en el que la valía personal es indiferente. No hay un mensaje positivo, pues Peter es un chico sensible y de talento, pero cuya confusión social lleva al más trágico de los finales. Class of 1984 retrata una lucha social con el nuevo sujeto que ha generado el consumismo que es el adolescente. Un sujeto que lucha por conquistar espacios y que podemos ver en cualquier diario con el tema tan en actualidad del bulling. Esto no es más que herencia de esta semilla y con la ironía de representar una lucha por los espacios y abrir una puerta a un espacio esencial: el propio cine.

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