jueves, enero 19, 2006

 

Maratón III: tocando fondo


Tras dos exitosas maratones, el concepto estaba tomando su forma definitiva. Parecía que el modelo se iba depurando y perfeccionando, gracias a los aciertos y errores de anteriores sesiones. Pero aquella desastrosa noche las cosas se torcieron. En primer lugar se trató de una maratón completamente improvisada (es difícil saber cuándo se dispondrá de semejantes huecos en nuestros horarios), incluso más que aquella primer inocente maratón. Y como suele pasar, la improvisación es el primer paso hacia el desastre. Normalmente una maratón debe tener cuatro o cinco títulos clave que sostengan al resto, mezclándolos con otros de dudoso provecho lúdico. Pues bien, para esta maratón solo contábamos con dos películas fijas (una de ellas sacada esa misma noche) y un buen puñado de relleno. En cuanto a número de títulos, volvimos a sufrir un retroceso, en gran parte debido al nulo ritmo de las películas. También es de mencionar que esta maratón fue realizada en mi casa, en la cual no dispongo de una pantalla de dimensiones decentes (como Lozzy), sino de una vulgar 20". Estas es la lista de títulos de la tercera maratón:

0. Uzumaki [cancelado] IMDb
1. Un hombre lobo americano en Londres (An american werewolf in London), 97 min. IMDb
2. Dos colgaos muy fumaos (Harold & Kumar go to White Castle), 88 min. IMDb
3. Viernes 13, parte V (Friday the 13th: a new beginning), 92 min. IMDb
4. House, 93 min. IMDb
5. The Unnamable returns: the statement of Randolph Carter, 104 min. IMDb

> Tiempo total: 474 minutos (7 horas y 54 minutos)

Nuestras dos apuestas claves fueron Un hombre lobo americano en Londres y Dos colgaos muy fumaos. Con este listado vemos dos cosas claras: quemamos demasiado pronto nuestras apuestas y hay un fallo evidente en la coherencia general de las películas. Dos subidotes vienen seguidos por un tremendo bajón, una medianía y otro bajón increíble. Pero vayamos por orden cronológico. La noche empezó con un sonado fracaso: la proyección de Uzumaki. Como sabréis, nuestras maratones se caracterizan por tener un alto porcentaje de cine poco convencional (basura dirían algunos), pero el sopor y pasotismo que provocaba la película japonesa rozaba nuestra indignación. Aguantábamos por el bien de la maratón como entidad, aún a riesgo de perjudicar nuestra ya deteriorada salud mental. Pero entonces un fallo técnico nos salvó: a la media hora pasada de película el CD dijo basta y a partir de un minuto concreto el lector se negaba a reproducir semejante mierda de película. Con un suspiro de alivio no dispusimos a ver una de las piezas clave de la noche. John Landis es uno de nuestros directores fetiche. Tanto Lozzy como yo disfrutamos enormemente con películas como Desmadre a la americana, El príncipe de Zamunda, Kentucky Fried Movie o The Blues Brothers. Películas de un humor brillante y completamente desenfadado. Landis conecta a la perfección con nuestra forma de entender el cine, y eso se nota. Son películas ágiles, de diálogos excelentes y de una dirección precisa. Hace un par de años acudimos a una charla magistral que impartió en Sitges y su simpatía, sentido del humor e inteligencia nos maravillaron. Y Un hombre lobo americano en Londres no es una excepción. Es una película sencilla, muy agradecida de ver. Como inicio de maratón era una pieza excelente. Tras esta pequeña genialidad teníamos Dos colgaos muy fumaos, avalada por el mismísimo Lozzy. En un primer momento me encontraba completamente reacio (mi desprecio por Colega, ¿dónde está mi coche? era palpable), pero la película me iba contagiando en su visionado de un humor brusco, en alta medida grosero, pero que se agradecía por el momento y por la compañía. Es una de esas películas que con la persona adecuada te partes el ojal (perdonadme), pero que con otras puede ser un maldito velatorio. Pero la prueba se superó positivamente, incluso con gags memorables como el del vídeo antidrogas. Se hacía palpable en el ambiente que la maratón estaba tocando techo por esa noche. Cualquier persona sensata lo habría dejado estar, pero por desgracia decidimos continuar con Viernes 13, parte V. Semejante bodrio venía justificado por la presencia de nuestro idolatrado Corey Feldman, pero pese a ello el nivel era tan rematadamente bajo (la serie de Viernes 13 me puede, he de reconocer que no las aguanto) que los ánimos decayeron casi por completo. En este tipo de estados, se debe intentar retomar el rumbo y House era a priori una apuesta segura. Un clásico de la comedia terrorífica que tan buenos recuerdos me había dejado desde su primer visionado. Pero el visionado demostraría lo equivocados que estábamos: el ritmo de la película era más farragoso de lo que recordaba, el humor nos pasaba desapercibido, y lo que es peor: notábamos que pasaba el tiempo. Nuestro gozo en un pozo, y bien oscuro. Todo inversor en bolsa sabe que si las acciones bajan un poco más de lo que te marcabas como un mal escenario, hay que vender aunque sea con pérdidas. El problema fue no asumir esas pérdidas y lo que es peor, hacer la jugada más arriesgada de la noche. Es entonces cuando The Unnamable II, secuela de aquella mítica película de la segunda maratón, se introducía en mi aparato de DVD. El golpe a nuestra moral fue definitivo. Un guión terrible, unas actuaciones lamentables, un ritmo torpe y una música pastosa se agitaban en nuestras mentes a través de nuestros incrédulos ojos. Eso ya era el aguantar por aguantar. La mierda por la mierda. Nuestras maltratadas mentes dijeron basta, concluyendo con tan nefasta maratón. Unas rápidas partidas a un mítico juego de Spectrum fue lo mejor de una sesión de cine que sirvió como punto de inflexión. Desde este momento las maratones debían ser previstas y analizadas con detenimiento. El concepto debía dar el salto a la profesionalidad. Como el ave Fénix la maratón debía resurgir de sus propias cenizas. La "24 Hour Friki People" estaba a punto de nacer.

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