viernes, febrero 24, 2006

 

Brain Damage: a la sombra de los colosos

En primer lugar querría pedir disculpas por la falta de actualización, debido esencialmente a los dichosos exámenes (ya queda poco). Espero volver a coger el ritmo en estos días.


Llevo mirando todo el día la caja y no lo creo. Pero ahí está, encima de mi mesa. No hay lugar a duda: un bello dibujo de desértico paisaje y construcciones inmensamente simples donde un par de muchachos corren en sentido del sol, es coronado por el clásico logo de PlayStation. En efecto, se ha conseguido, Ico aquella joya de los videojuegos que tan pocos tuvieron el privilegio de disfrutar allá por el 2001, ha sido reeditado. Y esta no es una simple reedición, sino que va mucho más allá. Supone la victoria del gusto y la calidad frente al poder omnipresente del marketing. Recordemos que la magia y la mítica que se ha generado alrededor del juego, ha provenido del propio juego, como si de una forma sorda pidiese a fritos no el ser comprado por todos, sino el ser conocido por todos. Ico (y Shadow of the Colossus) se han convertido en un símbolo para muchos de los que apoyamos y seguimos un cierto tipo de corriente cultural, que engloba las películas que por aquí os comento. Y es esta búsqueda de joyas ocultas lo que me lleva a uno de los grandes clásicos del underground americano: Brain damage. De presencia recurrente en este blog, Frank Henenlotter es una de las figuras más destacadas de esta corriente del cine de terror americano, masacrado vilmente por el mercado del videoclub (el clásico cuchillo afilado por uno de sus lados). Con esa capacidad innata de crear universos fílmicos únicos (como Fumito Ueda hace en Ico y Shadow of the Colossus), Henenlotter nos transporta a un Nueva York sórdido. Poblado de seres duales, inmersos en una búsqueda continua de sus personalidades a través de un proceso de autoaislamiento. El cine de Henenlotter es el cine del raro, el extraño que busca su lugar en el mundo, como si de los Freaks de Tod Browning habláramos. Seres que comparten sus miedos y conflictos, esencialmente divididos por una barrera de deformidad respecto a la sociedad. Son temas que Henenlotter trata como ninguno en películas como Basket Case o Frankenhhoker. El ser abyecto que nos refleja y nos devuelve nuestra propia mirada respecto a lo que pensamos nos hemos convertido. La sociedad mirándose a sí misma en la soledad de sus propias casas. Nosotros mismos mirándonos a través de esa pequeña pantalla que es la televisión. La presencia de Henenlotter como autor (siempre que aceptemos dicho concepto como válido) se hace palpable en cada escena, en cada personaje y en cada plano. Como decía Nietzsche, al mirar hacia el abismo, el abismo nos devuelve la mirada. Y es en este juego de miradas donde Henelotter pone la suya en un tema tan flotante en el Nueva Cork de los setenta y los ochenta: las drogas duras. Brain Damage transmuta la visión de la droga, dándole vida (en forma del personaje de aylmer) y dejándolo correr por las calles de Nueva York. La simbología es clara, Aylmer ofrece drogas (un buen viaje), a cambio de cerebros, todo muy al estilo del entorno post-zombie pasado por el mix del clasicismo, donde el cerebro supone la destrucción que las drogas realizan sobre el individuo. En general todo se sale de lo normal en una obra del carácter de Brain Damage, donde Henelotter sabe llevar un punto más allá las bases sobre las que trabaja. Tanto la fotografía, como la historia (con un tono trágico excelente) o la propia música advierten de la presencia de una unidad común. Una unidad que permite una lectura más allá de los valores de género del film. Una película que destapa todo el talento de Henenlotter. Como decíamos, el cine de Henelotter habla del individuo aislado, transportado a otra visión de la sociedad por el monstruo. Era clásico allá por los ochenta ver las partes traseras de las películas VHS llenas de fotos de monstruos deformes, cuanto más mejor. Es una de las épocas doradas del maquillaje de FX en el cine con nombres como Rick Baker o Tom Savini. Pero como he dicho antes, ninguno lleva el concepto del monstruo hacia dentro del propio individuo, hasta el punto de convertirse en el propio individuo. Solo tenemos que ver el resto de obras de Henenlotter: Belial es parte de Duane en Basket Case, Elizabeth está formada de partes de seres humanos en Frankenhooker (aunque es la reconstrucción deformada de un ser humano), y finalmente Aylmer vive adherido a Brian en Brain Damage. El monstruo como parte de nosotros y nosotros como parte del monstruo. Pero la visión de Henenlotter en Brain Damage va más allá: el medio (el cine o el vídeo) como intermediario de ese monstruo. Aylmer se convierte en la pantalla de televisión, una pantalla (¿droga?) que nos ve tal y como somos, pero que como le ocurre a Brian, nosotros solo podemos percibirla drogados. La televisión como droga y especialmente como aislador social. Como habréis podido apreciar en este breve comentario, el cine de Henelotter es una fuente amplia de lectura. Y Brain Damage es la joya oculta de esa corona, como pasaba con Ico en el mundo de los videojuegos. Una joya que tenemos que reivindicar como Cine con mayúsculas y del que no podemos silenciarnos. Ya está bien de llenarse la boca con Godard, Angelopoulos o Visconti, grandes directores sobre los que ya se ha escrito demasiado. Henenlotter es una pista, un indicio de una gran búsqueda y una gran denuncia. Una búsqueda por todo el material que nos queda por ver, material que (como pasa también con el Ico) es tachado antes de ser apreciado. Y una denuncia por el desprecio que estos tachones producen en la distribución (los que hayáis visto la versión doblada al castellano sabréis a qué me refiero, y los que no, por favor, no os perdáis el encuentro en las duchas con el hombre de bigote musculoso). Un desprecio completamente silenciado por el cinéfilo en general, más preocupado por analizar las dos mil miradas de las películas de Antonioni o los largos tiempos muertos del cine de Angelopoulos. ¡Basta ya! Bañarse tanto en la misma agua la ha dejado llena de mierda, y yo, sinceramente, ahora mismo prefiero bañarme en este estanque de aguas cristalinas poblado por pirañas. Al menos les podremos asegurar que es más emocionante. Hasta entonces, esperaremos ansiosos la última película de Henelotter tras 14 años de silencio: Sick in the head. Dios bendiga a este hombrecillo y a sus monstruillos.

Enlaces: IMDb - Badmovies.org


Comments:
http://absencito.blogspot.com

Este blog es buenísimo, cada dos días introduce una nueva entrada en su SIMPSONARIO

Y este artículo:

http://absencito.blogspot.com/2006/03/autopistas-al-mal-rollo.html

Seguro que es del agrado de los visitantes de Make My Day
 
Por cierto, cuando tenga tiempo te diseñaré una estética más decente para esto, que no es posible que tengas una plantilla de blogger como un cualquiera.
 
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