jueves, junio 01, 2006

 

La mansión de Cthulhu: un buen trago de Don Simón


Sin ningún tipo de dudas, Juan Piquer Simón tiene el honor de ser uno de los grandes hacedores de mierda de la década de los ochenta. Un rápido vistazo a su filmografía nos revelará clásicos del cine de serie z, como Los nuevos extraterrestres (1983), película también conocida como The return of E.T.; La grieta (1990), o la por todos recordada Slugs, muerte viscosa (1988). Como vemos, son obras ligadas directamente con una única forma de consumo: el videoclub. Y es que la forma de consumo dictamina en gran medida la forma del producto. Es obvio que no es lo mismo ver una película en el cine que en la pantalla de una PSP, pero, ¿cómo interviene este hecho a la hora de realizarla? Algunos puristas dirán que el cine tiene como única finalidad ser proyectado en una sala grande, en versión original y a ser posible en el más absoluto de los silencios. Eso está muy bien, hasta que nos enfrentamos a los que en los ochenta podemos empezar a considerar como una alternativa. El consumo es más viable que nunca en los hogares, lo cual no solo permite ver las mismas películas que en el cine, sino también originar películas de exclusivo visionado en un entorno doméstico. Por tanto, el registro de creación de dichas películas, ya incorpora los elementos propios del mando a distancia en las imágenes. Se trata de películas preparadas para pausarlas, detenerlas, rebobinarlas e incluso devolverlas sin haber visto ni un solo minuto. Son películas-sensaciones, de las que se puede hacer un uso personalizado. Son, en definitiva, películas mucho más cercanas al espectador que al propio realizador. Porque el propio uso de estas películas (destinadas exclusivamente al mercado del vídeo, tengámoslo en cuenta) implica sobremanera el papel del propio espectador. De esta manera, el espectador sobrepasa sus límites, volviéndose más un usuario de la película que un mero espectador. Así, a mediados de los ochenta, empieza a cambiar la mentalidad del espectador, que empieza a sentirse cada vez más propietario de las películas, hasta el punto de apropiárselas (como en el caso de Star Wars, Terminator o El señor de los anillos). Esta nueva perspectiva del espectador relega la propia obra cinematográfica a un segundo o tercer plano. De aquí se entiende que la baja calidad cinematográfica del mercado del videoclub no se deba a la baja calidad de sus directores, sino a la prioridad evidente del uso. Valorar estas películas, como yo hago, no supone valorar estrictamente los valores cinematográficos de las mismas, se trata de una lectura de usos (término que no considero despreciativo). Uso que en muchas ocasiones están implícitos dentro de la propia obra. Llegamos entonces a La mansión de Cthulhu y a Piquer Simón, no como director de cine, sino como creador de usos. De alguna forma, podemos considerar que es un reciclador cinematográfico. Le da un nuevo uso a la basura. Y no lo digo en broma, aunque así pueda parecerlo. Pique Simón envuelve con hermosos envoltorios increíbles pedazos de la peor de las mierdas. Valorar cinematográficamente La mansión de Cthulhu sería como hacer un análisis literario de la guía de la televisión. Una absurda pérdida de tiempo. La película en sí, supone la más absoluta apoteosis del Tedio. Con mayúsculas. Lo realmente interesante es ver qué papel tiene dentro de un estante de un videoclub dentro de un envoltorio totalmente engañoso (una de las dos carátulas comerciales es realmente buena). Obviamente un papel ligado exclusivamente al uso (sábado noche, cervezas, amigos…), un uso extremadamente opuesto a las Filmotecas de los 60. Pero no por ello debemos pensar que el público se aleja mucho. Al fin y al cabo, el videoclub, mediante el uso, ha tenido la capacidad de aglutinar una serie de referentes de lo que hoy todos conocemos: Lovecraft, Tolkien, Star Wars… Una universo que cuando nos queramos dar cuenta, veremos que ha propiciado una generación destinada a los usos. Internet ha ayudado potencialmente a esta creatividad del uso, lo cual no hace más que potenciar la idea. Lo importante no es la película en sí, sino los usos potenciales que de ella se puedan hacer. Y esta es una idea que se ha ido filtrando dentro de nuestro cine de forma progresiva, hasta el punto de llegar a usos insospechados hace varios años (ver para ello StarLords en YouTube). Puede que la posmodernidad sea en el fondo un estudio de las películas desde sus usos. Puede que esos usos estén relacionados con la capacidad de reconocimiento del espectador, el multisoporte, la película aumentada (making of, escenas eliminadas, comentarios del director) o el propio universo de la película cuando entronca con la realidad del espectador. Si hay una cosa clara es que dicha posmodernidad surge claramente de los usos y de la posesión moral de la película por parte del espectador. Ciertos puristas del cine desprestigian este universo surgido a raíz de los ochenta. Critican ya de entrada esta cultura de videoclub desde planteamientos claramente opuestos a sus fines. Para estos mismos críticos (y que valga la analogía), la Filmoteca es una bodega, mientras que el videoclub es un badulaque que sirve vino barato. A veces me permito el lujo de beber un buen Rioja. Pero, la mayor parte de las veces, disfruto de buenos tragos de Don Simón. Y lo mejor es que combina con lo que quiera. ¡Marchando un tinto de verano!


Comments:
El bueno de J. P. Simon, o mejor dicho, Juan Piquer Simón, siempre al pie del cañón, siempre haciendo kaspa patria de la buena.

Aunque yo prefiero Slugs o Supersonic Man... Llámame escogido...

Un saludo VideoAreniL. Volveremos por esta casa.
 
Un post brillante y lúcido. sigue usted sorprendiendo.
 
Enormemente agradecido por su comentario Sr. werden. Espero seguir viéndole por mi blog y que deje comentarios tan positivos. :)
 
Un gran post teórico, que tiene aún más mérito por ser sobre una peli de la que es imposible escribir nada
 
BUENO, ES FACIL CRITICAR Y NO HACER NADA, COMO POR EJEMPLO RODAR UNA PELI, YO COMENCE CON JUAN PIQUER Y DESPUES DE 20 AÑOS Y HABER TRABAJADO CON DIRECTORES INTERNACIONALES Y PRODUCTORA YANQUIS, ME SIENTO ORGULLOSO DE HABER PODIDO ESTAR EN DOS PELICULAS DE JUAN PIQUER. ES MUY FACIL USAR EL INTERNET, Y POR SUPUESTO HACER CRITICA ABIERTA, PERO PARA HACERLA HAY QUE TENER ESTILO Y NO DECIR QUE ES UNA MIERDA, PUEDES PONERLA A CALDO, PERO NO USAR LO MAS VULGAR, SI TE LA DAS DE CRITICO, SE MORDAZ, CULTO Y DESFRENESTARLA CON CLASE.
 
"Para estos mismos críticos (y que valga la analogía), la Filmoteca es una bodega, mientras que el videoclub es un badulaque que sirve vino barato. A veces me permito el lujo de beber un buen Rioja. Pero, la mayor parte de las veces, disfruto de buenos tragos de Don Simón."

Mierda, completamente de acuerdo. Me encanta la metáfora. No hay que sentirse culpable porque nos gusten las hamburguesas de McDonalds aunque también nos permitimos ir a restaurantes de Nouvelle Cuisine.
Tan estupidos son los que desprecian desde su elitismo las humildes hamburguesas baratas como los que no pueden ni entender lo que es comer con calidad.

Lo malo no es ver Gran Hermano, es ver SÓLO Gran Heramano. Y tan imbécil es el que lo hace como el que afirma que todo lo que esté por debajo de Ana Karenina no es cultura.
 
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