sábado, junio 10, 2006

 

Viernes 13: el campamento del terror


El concepto de saga (sin contar con clásicos como Fantômas) va claramente vinculado al mercado del videoclub. Un mercado claramente exagerado, donde la continuación de las películas resulta algo evidente y estremecedor. Las películas (o por lo menos la parte que amamos las personas que queremos al cine) pasan a ser propiedad de los productores, o mejor dicho, de los propietarios de los derechos. Esto, que en un entorno empresarial puede resultar una obviedad, cobra nuevos matices si hablamos de cine. Como hemos comentado en otras ocasiones, la creación de la película supone una recreación de un universo dentro del cual el espectador se zambulle durante una hora y media. El nivel traumático de la experiencia alcanza cotas tal que hace al espectador copropietario de ese universo. Al fin y al cabo, aunque sea de alquiler, el espectador ha habitado ese espacio y ha convivido con esos personajes. Ahí es donde radica, a mi parecer, el éxito de las grandes series. Un espacio y unos personajes con los que cohabitamos y especialmente mantenemos un contacto. Y es ese contacto el que da vida y profundidad a la propia serie. Pero eso es porque el fin de la serie es esa continuidad, ese diálogo constante con el espectador, con el evidente riesgo de la familiaridad que ese contacto puede originar. El universo de la serie está en expansión, mientras que el de una película es, en un principio, un universo cerrado. Pero el espectador nunca se ha sentido satisfecho, buscando en los recovecos de cada fotograma algún detalle que le proporcionase más información de la que estrictamente le es proporcionada. De esa experiencia que es el observar una película se derivan dos posiciones claras: 1) quiero saber más de este universo, y 2) quiero repetir esta experiencia. Las primeras son las que están cobrando más fuerza, pudiendo hablar de prensa rosa dentro de películas como Star Wars o Matrix. El espectador quiere conocer todos los detalles y más de los personajes con los que ha compartido tiempo y aspiraciones. De alguna manera, el personaje sale del propio fotograma y cobra realidad como tal, más que como un actor en el papel de. Por otro lado, tenemos la voluntad de repetir una experiencia, que es lo que realmente conocemos como saga (la precuela iría más dirigida a indagar en esos personajes y esas situaciones). Saga entendida no como una estructura medianamente planificada, donde el objetivo final de la saga está marcado de antemano, sino como una improvisación de continuidad. Aquí los fans del terror reconocemos claramente el 90% de las películas. En general no hay una estructura narrativa que confluya a un punto concretado con anterioridad, sino que se busca una experiencia repetida. En sí, cada película de una saga, supone un remake encubierto que, salvo en contadas ocasiones (la excepcional Halloween III: season of the witch), parafrasean constantemente el texto original. Podemos de todas formas, considerar que toda saga tiene su oveja negra, su Pesadilla en Elm Street 2 que intenta escapar de los patrones originales. Pero la saga, indiscutiblemente acaba engulliéndola y adaptándola a la experiencia global. El paradigma de las sagas es sin ninguna duda Viernes 13. Una saga que sin ocultarlo busca una repetición de experiencia, donde el personaje esencial (Jason) ya ha sido descrito en la primera parte. No hay profundización el personaje estrella, sino que se garantiza una serie de crímenes a cada cual más despechugado y sangriento (mentira, pues Viernes 13 es una de las sagas más flojitas en el aspecto gore). El universo se va dilatando en lo temporal, pero se contrae en lo sustancial. Poco a poco, Viernes 13 ha dejado de ser UNA película. Con los patrones de las series, pero sin profundizar en unos personajes que van muriendo poco a poco (bendito sea Corey Feldman), Viernes 13 se acerca más a una atracción de feria. Más que la montaña rusa (con la que muchos comparan el cine posmoderno), vendría a ser el pasaje del terror, donde a cada viaje vas conociendo mejor el trayecto y hay un momento en el que ya le ves hasta los trucos. En ese momento ya da igual qué estamos viendo (el origen de Viernes 13 proviene de los campamentos y de los cuentos orales de terror) y nos interesa más el propio taquillero que la atracción en sí. Es en este momento cuando la saga se convierte en otra cosa y es alimentada por revistas como Fangoria, la mejor taquillera del mundo en cuanto a cine de terror. Y es ahora, una vez se ha superado el mercado del videoclub, cuando me pregunto el destino que pueden tener estas sagas. Es cierto que se prepara una nueva película de Viernes 13, o que Hellraiser va ya por su octava parte (Hellraiser: Hellworld, 2005), pero ahora es el momento en que el espectador es más propietario de las películas y por tanto de las sagas. El videoclub ya ha dejado de ser nuestro camello habitual de sagas y el público al que se dirige ya es tremendamente específico. Puede que sea el momento de retornar a propuestas como la mítica (y bastante mediocre, todo sea dicho) serie de Freddy. Porque en el fondo, la repetición de experiencias ha extenuado a un espectador que más que patrones pide revelaciones. En el fondo, vivimos la época de las precuelas. Hay bastantes ejemplos, como Cube Zero (Ernie Barbarash, 2004), The ring 0: Bâsudei (Norio Tsuruta, 2000), o la por llegar The Texas chainsaw massacre: the beginning (Jonathan Liebesman). Aunque sea de risa, puede que algún vivamos una precuela de una precuela. La única pega es la numeración, porque el público está ávido de saber más. Es el momento de desempolvar todas las sagas y ponerles un cero delante. ¿Psicosis 0? ¿Hellraiser 0? ¿La noche de los muertos vivientes 0? Es solo cuestión de tiempo llegar a Cube -1. Al final y al cabo es muy posmoderno eso de servir el mismo plato de otra forma.

Comments:
Antes de nada, un dato sin importancia: ya hay un Psicosis 0: se llama Psicosis 4.

Segundo, bravo por el análissis, pero la serie de Viernes 13 es algo más complicada que un simple repetir una y otra vez los códigos de la primera entrega. De hecho, el Viernes 13 que conocemos ahora no apareció hasta la cuarta y, en algunos detalles, quinta entrega. Muchos más establecidos, creo yo, estuvieron los códigos en Pesadilla en Elm Street o Halloween...
 
Gracias por tus comentarios. Es realmente interesante que haya debates sobre el tema. Lo que me aclaras respecto a Psicosis es realmente significativo, pues apoya la idea de que la secuela va más ligada a los 80 y los 90 y la precuela a nuestros tiempos. No por su contenido, sino esencialmente por la forma de venderlo. Hoy en día no se habría hecho Psicosis 4, sino Psicosis 0.

Por otro lado no quería hacer un análisis exhaustivo de la saga de Viernes 13, sino intentar acercarme a las características de acercamiento del espectador a dichas películas. ¿Qué es lo que lleva a alguien a alquilar Viernes 13, sea la 4, la 5 o la 7? Coincido contigo en que un análisis concreto de la serie (propuesta nada desdeñable) depararía muchas sorpresas, aunque supongo que más en el plano de producción / dirección que en el argumental.

Te agradezco nuevamente tu aportación al artículo y espero verte por aquí.
 
Este tipo de operaciones puramente comeciales con las sagas de terror son siempre curiosas. Viernes 13, Hellraiser o Halloween son ejemplos algo toscos al respecto, ya que estiran el filón sin demasiada (y estoy siendo eufemista) imaginación, pero eso es algo que, por desgracia, no nos ha de extrañar. Pero siempre hay excepciones, como la maravillosa saga de Pesadilla en Elm Street, que lejos de ser una mera repetición de esquemas, aprovecha las infinitas posibilidades que le brinda su tema: el onirismo. Con menor o mayor fortuna (incluso cuando las reglas se hacen añicos: Pesadilla 2, y es que ésta nada desdeñable película de Jack Sholder tiene momentos impactantes, terroríficos y sombríos, que ya quisieran para sí la limitadísimas sagas de Viernes 13 y Halloween), pero siempre ofreciendo grandes locuras cargadas de ingenio, a veces de cierto peso imaginativo, resultando siempre, sino no muy originales en suma, si fascinantes y siempre divertidas. La saga de Pesadilla... es única, no es un retablo de simples body-counts.
 
Estoy de acuerdo contigo en que "Pesadilla" es una de las sagas más emblemáticas de los ochenta y los noventa. Pero creo que estarás de acuerdo conmigo en que incluso esta serie tuvo un final realmente decadente: "Pesadilla Final, le muerte de Freddy". De todas formas, en lo referente al artículo, "Pesadilla" se ajusta a la hora no de desarrollar una historia coherente, sino reproducir esquemas a los que el espectador puede ceñirse. Tanto es así, que podemos hablar de una película como "Freddy vs Jason", donde cada uno cumple lo que se espera de él. Una serie que tendría también interés a este respecto sería "Phantasma", donde sí hay un mínimo desarrollo narrativo.

De todas formas comparto contigo mi adoración por "Pesadilla" y, pese a todo lo que se dijo, considero que "La nueva pesadilla de Wes Craven" es un ejercicio cinematográfico interesante (aunque por desgracia, no redondeado, Craven no da para tanto), aunque solo fuera por incluir el nombre del director en el título cual "Fellini 8 1/2". Te agradezco tus comentarios que siempre ayudan a profundizar en los temas y contrastar opiniones.
 
Por lo visto, debo ser el único al que le mola Pesadilla final. Su mediocre directora nunca ha realizado nada tan estimulante como este cachondísimo y cool delirio; todo el absurdo que contiene (y es prácticamente todo el film) merece si no respeto, si aprobación. Hacer de Freddy una caricatura grotesca, un tío plasta y burdo, es algo que ha estado siempre presente en todas las entregas de la serie, ¿que más da que en Pesadilla final se desmelene hasta el más ridículo de los ridículos? Incluso ese desbarajuste efectista, gratuito y más rebuscado que nunca “mundo de los sueños” no es otra cosa que exacerbar, ironizar/parodiar (intencionado o no, me da igual) el juego onírico y sobrenatural de las anteriores entregas. Y qué decir de los crímenes? De lo mejor de la serie, oye. Además, el guión de De Luca tiene escasos pero algunos paralelismos con su guión de En la boca del miedo, que dirigió maravillosamente Carpenter. En fin, que a mi Pesadilla final me parece una incorrecta y esperpéntica delicia.

Comparto tu opinión de La nueva pesadilla. A mi Craven me encanta, tiene un algo que lo convierte en un respetable autor (sí, formo parte de los fans del terror y de este director, que pelean constantemente con los fans del terror pero que no lo son de este director). Su intención de hacer algo distinto con la última de las películas de Freddy, no hubiera caído en saco roto si Craven no hubiera seguido esos (inexplicables) patrones televisivos y hubiera tenido el detalle de crear un mínimo de atmósfera que arropara este curioso, y en cierto modo respetable/aceptable, cuento macabro.

En cuanto a la serie de Phantasma, difiero contigo, pues pienso que el magistral primer film ya lo dijo todo, convirtiendo a las secuelas en exploits cantados y sin miga, aunque uno muy divertido: El pasaje del terror.
 
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