martes, junio 20, 2006
Captain America: il capitano americano
Superman (Richard Donner, 1978) fue sin ningún tipo de dudas el pistoletazo de salida para la adaptación de grandes clásicos del cómic a las pantallas. Películas
Un héroe que de por sí no recoge demasiadas simpatías, pero cuya adaptación aúna todos los elementos que nos llevan a hablar del concepto del filón. Para cualquier productor el concepto de filón supone apuntarse al carro de los beneficios. Y si son los superhéroes los que están dando dinero (tras la espectacular taquilla de Batman), pues de superhéroes haremos la película. Este tipo de explotación produce un distanciamiento creativo que genera aberraciones como este Capitán América. El superhéroe no solo se humaniza en exceso, como comentábamos, sino que además se ve ridiculizado. Ciertamente cuando hablamos de esta película podemos llegar a distinguir una involuntaria parodia de un género. La incapacidad del héroe de actuar como tal le lleva a situaciones tan estrambóticas como la de zafarse de un supuesto villano engañándole y haciéndole entender que se ha mareado en el coche. El guión, la interpretación (¿el hijo de Salinger?) y muy especialmente los escenarios (propios del euroterror de los 70) actúan en contra de lo que debe ser una adaptación de un cómic de superhéroes. Pero pese a ser una parodia, no hay atisbos de que esa sea la intención. Es decir, se pretendía hacer una adaptación del Capitán América. Dicen que el hábito no hace al monje y en este caso las mallas apretadas no hacen al superhéroe, sino a un patán con un poco de tripita más cercano a un vídeo de los Village People. La intención se distancia completamente de la capacidad de generar un producto en condiciones, empleando a los superhéroes como mero producto de explotación. Es decir, toda corriente, necesariamente generará su Capitán América, productos derivados cuya comercialización busca otros cauces. Productos que acabarán deformando y girando completamente la idea original. Porque no se trata sólo de hacer las cosas horriblemente mal, sino de invertir las pautas que rigen la creación del producto que buscas. ¿Cómo es posible, sino es teniendo en cuenta la producción, que Capitán América transcurra en gran parte en Italia? ¿Qué sentido tiene, en un universo como el de los superhéroes, emplear localizaciones naturales y un castillo semiderruido como eje central? Son muchas las cuestiones que plantea una película tan mala como esta, pero hay una que va más allá y que me lleva a pensar en los títulos que esta nueva juventud de los superhéroes nos deparan. ¿Es Man-thing (Brett Leonard, 2005) el primer Captain America de esta nueva generación? Al fin y al cabo, siempre hay un lado oscuro.